2 de set. 2008

Del libro al byte, y del byte ... al canutillo

La semana pasada cayó en mis manos una máquina de encuadernar con canutillo.

No es una máquina, es una religión. Los primeros días no le haces ni caso. No sabes si vale la pena sacar el artefacto de la caja. Un día coges unos apuntes, y pruebas. Has escogido la pastilla roja. Al principio se resiste, cuesta agujerear las hojas (después descubrirás que no agujereas, sino que troquelas), es difícil entender el oscuro mecanismo que abre el canutillo y lo deja cerrar atrapando perfectamente las hojas; sin embargo, al cabo de unas horas te descubres encorvado sobre la máquina y encuadernando todo lo que encuentras en tu estudio. Has entrado en un nuevo mundo. En seguida descubres un nuevo lenguaje: troquelar, tapa plástico, tapa cartón,...

Descubres que hay otros como tu, y que han ido más allá. En las instrucciones te indican que no
troqueles más de 8 folios, que no troqueles a la vez plástico y cartón, etc. Sin embargo, hay una comunidad que desafía estas normas. Cuando perteneces a esta comunidad descubres que hay canutillos de muchos tamaños, canutillos forrados en piel, canutillos metálicos, etc.

Y es que el canutillo es mucho más que una máquina comprada en el Lidl. Ha estado presente en la historia de la humanidad. La verdadera razón por la que Galileo Galilei fue llevado a prisión fue por encuadernar su Biblia con canutillo; más tarde abdicó del canutillo y juró la encuadernación clásica con cola e hilo para salvar su vida. A principios de siglo, uno de los grandes del cine, John Ford, rodaba su afamada "Canutillo de mujeres". Las presiones de los estudios, fuertemente ligados a la industria del carpesano de dos anillas, obligaron a cambiar el título. Ya en tiempos de la era digital, Mónica Lewinsky se hizo famosa por ser capaz de meterse 10 canutillos de 8mm en la boca y decir: "le guffta affí? mi preffidente?".

El canutillo llega a ser una droga. En Europa occidental se han multiplicado las clínicas de desintoxicación de canutillo. Permanecen ocultas, por la vergüenza de pacientes y familiares. Dos son los síntomas que te pueden advertir de que estás enganchado. El primero es un aviso:
a) Ves unos apuntes, o un simple paquete de folios, y te pones a sudar, te tiemblan las manos, mentalmente calculas si quedaría bien tapa de plástico o de cartón.
Si no has ido más allá, todavía puedes salirte por tus propios medios. El segundo síntoma es más grave:
b) Estás con tu pareja en la cama, la cosa está animada, y de pronto te descubres acercando un grupo de folios a su entrepierna y diciendo: "cariño, tapa trasparente y contratapa de cartón azul, gracias".
A parte de la hostia, merecida, debes pedir ayuda de inmediato. En una clínica especializada te pueden ayudar. El mono físico desaparece rápido, con unos días apartado de todo papel es suficiente. Es mucho más difícil el mono psicológico que te espera a la salida. Porque un encuadernador de canutillo lo es para siempre. Además, es muy difícil aislarte. Los kioscos y las librerías están ahí. El mismo entorno de trabajo está lleno de folios.

Bien, os tengo que dejar; mi dealer me ha traído una partida ilegal de canutillos de 25mm...vaya noche me espera.

1 comentari:

Basta de Cháchara ha dit...

Molt bó...perà veure si escrius més!!!